Desde el 1 de diciembre de 2025, los productos artesanales e industriales europeos cuentan por primera vez con una protección homogénea en toda la Unión Europea bajo el paraguas de las Indicaciones Geográficas (IG). Una figura que, hasta ahora, solo conocíamos en alimentos, vinos y bebidas espirituosas.
El Reglamento (UE) 2023/2411 abre esta protección a productos como cerámica, vidrio soplado, cuchillería, encaje, joyería, piedra natural, marroquinería, carpintería, textiles, porcelana o cuchillos tradicionales, entre muchos otros cuya técnica o reputación está arraigada en un lugar concreto.
¿Qué protege exactamente una indicación geográfica?
Una indicación geográfica ampara el nombre de un producto cuando su calidad, su reputación o alguna característica esencial está realmente vinculada a un lugar concreto. Para que el nombre pueda registrarse como IG, el Reglamento exige demostrar de forma conjunta tres aspectos:
- Debe proceder de una zona geográfica concreta
- Su calidad, renombre u otra característica clave deben deberse a ese origen
- Al menos una fase de producción debe realizarse allí
Este sistema garantiza que únicamente los productos cuya identidad está genuinamente ligada a su territorio puedan beneficiarse del valor comercial y reputacional asociado a ese origen. Así, por ejemplo, una cerámica que conserva técnicas tradicionales de una localidad, un vidrio artesanal cuyo acabado es característico de su región, o una cuchillería históricamente reconocida por su forja local, podrán impedir que terceros se aprovechen de su nombre geográfico o de su prestigio en el mercado.
Titularidad colectiva de la indicación geográfica
El derecho que nace de la indicación geográfica es colectivo: corresponde a todos los productores establecidos en la zona que respeten el pliego de condiciones y deseen acogerse a la protección. El Reglamento subraya que actuar colectivamente refuerza la posición competitiva de los productores y facilita la gestión del nombre protegido, permitiendo que la reputación conquistada por generaciones se mantenga en beneficio de la comunidad productiva y no de un único operador.
Para obtener la protección, el Reglamento establece un procedimiento de registro único a nivel de la Unión Europea, pero estructurado en dos fases complementarias. En primer lugar, corresponde a cada Estado miembro examinar la solicitud presentada por la agrupación de productores, manejar las observaciones o posibles oposiciones y asegurarse de que se cumplen los requisitos exigidos. Una vez finalizada esta etapa nacional, el expediente se remite a la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), que realiza el examen final y decide si procede el registro del nombre como indicación geográfica, incorporándolo al Registro de la Unión accesible en todo el mercado europeo. El Reglamento, además, contempla que los Estados miembros que no dispongan de una estructura administrativa adecuada puedan recurrir a un procedimiento directo ante la EUIPO, de modo que ningún productor quede excluido de esta vía de protección.
Una respuesta firme a la falsificación y al uso fraudulento del origen
Uno de los grandes objetivos de esta norma es reforzar la lucha contra imitaciones y abusos en un mercado global cada vez más competitivo. La protección de la IG se aplica tanto en el comercio físico como en el digital, incluyendo los nombres de dominio y la venta en línea, y alcanza incluso a los productos en tránsito aduanero.
Se busca, por tanto, evitar una explotación injusta de la reputación de un producto vinculado a un territorio o que se induzca al consumidor a error sobre su verdadera procedencia.
Un nuevo escenario para quienes crean valor desde su territorio
La entrada en vigor de este Reglamento no solo amplía el catálogo de derechos de propiedad industrial disponible para los productores europeos. También reconoce, de forma oficial, que la autenticidad y la tradición son elementos competitivos que deben protegerse como tales.
Si el prestigio de un producto se entiende por su lugar de origen, esta protección puede resultar determinante para reforzar su posición en el mercado y asegurar que ese valor permanezca en manos del propio territorio y sus productores.
Begoña Díaz



